En otras ocasiones hablamos de cómo la Restauración Ecológica podía ayudar a afrontar algunos de los retos sociales que plantean los ODS. Hoy nos gustaría centrarnos en uno de los temas ambientales que más preocupan hoy en día y que los Objetivos de Desarrollo Sostenible también recogen: ¿Cómo podemos conseguir ciudades inclusivas, resilientes y sostenibles?
Ya es bien sabido que las ciudades son ecosistemas creados por y para los humanos. En todos los foros acaba saliendo la cifra mágica de las Naciones Unidas que dice que en 2050 un 80% de la población mundial vivirá en las ciudades y a nosotros nos preocupa que de tanto repetir este dato pierda la importancia real que tiene. En especial si consideramos que esos mismos ecosistemas “sumidero” de personas son la fuente de problemas ambientales que se manifiestan a distintas escalas.

Los problemas ambientales de las ciudades
Más allá de los efectos indeseados de las ciudades sobre los ecosistemas naturales cercanos, lo cierto es que los entornos urbanos y sus habitantes están permanentemente expuestos a riesgos ambientales que les afectan directamente.
El tráfico rodado es, probablemente, el causante de muchos de estos problemas. La polución derivada del consumo de combustible emite a la atmósfera gases de efecto invernadero y partículas. Estos residuos contribuyen a aumentar los efectos del calentamiento global y a incrementar la contaminación del aire. Las consecuencias de estos procesos son un aumento del efecto isla de calor, que a su vez hace que ascienda el consumo energético (¡que a su vez perpetúa el cambio climático, si la procedencia de la energía no es renovable… efecto en cadena, vamos!). Además, la contaminación del aire mata y por eso reducirla es uno de las principales metas del ODS 11.
En un segundo orden de importancia, las ciudades pavimentadas se convierten en cuencas hidrográficas donde el agua de lluvia circula a gran velocidad y no es capaz de filtrarse el suelo, lo que genera escorrentía e inundaciones cuando las lluvias son torrenciales o los sistemas de alcantarillado no son suficientes.
Podríamos decir, por tanto, que la manera en que están construidas y funcionan las ciudades las hace vulnerables a los efectos del cambio climático que ellas mismas contribuyen a generar. Pero quedarnos en este bucle no nos soluciona nada, así que debemos salir de aquí cuanto antes. ¿Cómo llevamos la restauración ecológica a las ciudades?.
El camino hacia una mayor resiliencia urbana
La restauración de la infraestructura verde puede ayudar a hacer frente a los retos ambientales de las ciudades aumentando la resiliencia de las mismas. ¿A que nos referimos cuando hablamos de resiliencia urbana? Es sencillo: a la capacidad que tiene una ciudad de recuperarse de las perturbaciones que sufre. Las perturbaciones a las que queremos referirnos aquí tienen que ver con desastres naturales y efectos del cambio climático.
La resiliencia, por definición, implica responder de manera flexible y ser capaces de absorber y neutralizar los impactos. Así, a priori, las ciudades no parecen haber sido construidas de manera muy flexible y así lo demuestran los efectos que tienen las inundaciones o los huracanes.
¿A qué se deben estos efectos? En buena parte a que las ciudades han perdido algunas cualidades que sí conservan los ecosistemas naturales (los no degradados, claro). Por ejemplo, la Restauración Ecológica aplicada a la permeabilidad de los suelos, favorece la absorción del agua y la recarga de acuíferos. O, por otro lado, la presencia de vegetación natural que consigue frenar el avance de fuegos y huracanes. Otra de las características de la vegetación es que sirven como almacén de carbono, regulan la temperatura local, proporcionan hábitat a especies que pueden ser buenos aliados a la hora de controlar plagas. La lista de los beneficios de la restauración de infraestructuras verdes es larga.
Lo que está claro es que generar ciudades resilientes pasa por “devolver” las funciones de la naturaleza al ecosistema urbano. La restauración de la infraestructura verde urbana favorece la adaptación de las ciudades a los efectos negativos del cambio climático.
Restauración de infraestructura verde para crear ciudades sostenibles
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible ya identifican la renaturalización de las ciudades entre sus metas, a través del acceso universal a zonas verdes. Hasta aquí todo bien. Pero de cara a cumplir con esta meta es necesario pensar en qué características deberían de tener estas zonas verdes para que funcionen como la infraestructura verde funcional, capaz de proporcionar servicios ecosistémicos a la población.
- Planificación estratégica: Las zonas verdes y demás elementos de la infraestructura verde urbana debe estar integrada en la planificación territorial y el diseño urbano, no cómo espacios residuales y aislados.
- Conectividad y continuidad: la infraestructura verde urbana debe tener una cierta continuidad de manera que exista una conexión entre toda la red. Estas conexiones no tienen por qué ser físicas, basta con que la infraestructura verde canalice flujos ecológicos, pero para eso hay que pensar a qué distancia se dispersan las especies, entre otras cosas.
- Multifuncionalidad: la infraestructura verde urbana debe diseñarse de manera que cumpla distintas funciones ecológicas y no una función únicamente estética.
Además de las intervenciones de Restauración Ecológica puras y duras, el fomento de la participación y la gobernanza también son clave. Es imprescindible hacer partícipe a la población en el proceso de renaturalización de ciudades. En muchos casos reintroducir la naturaleza en la ciudad puede generar cambios que son percibidos como una señal de abandono, una falta de gestión o generar nuevas condiciones que puedan generar incomodidades a corto plazo.