Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas son la hoja de ruta que necesitamos si queremos sobrevivir como especie. Así, sin más. A diferencia de los Objetivos del Milenio, los ODS no se plantean desde la dicotomía de los países ricos que ayudan a los pobres. Aquí todos se sienten aludidos y empoderados para llevar a cabo acciones que ayuden a conseguir las metas propuestas.
Tras los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible existen unas cuantas líneas transversales: Energía y Medio Ambiente, Innovación, Educación y Alianzas Multiactor. Estamos convencidas de que las cuestiones referidas al medio ambiente están contempladas en prácticamente todos los ODS. Pero hemos querido ir más lejos y hemos buceado entre las 169 metas para intentar adivinar cuál puede ser la contribución de la Restauración Ecológica a la consecución de los ODS.

La Restauración de Ecosistemas en la lucha contra el hambre y la pobreza
Desde crear ciudades más sostenibles (ODS 11) hasta detener la pérdida de biodiversidad (ODS 15), pasando por la lucha contra el cambio climático (ODS 13). Las acciones y enfoques relacionados con la restauración ecológica y del capital natural están presentes en 10 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¡Gran noticia!.
Siempre pensamos que la mayor contribución de la restauración de ecosistemas a los ODS tiene que ver con aquellos Objetivos relacionados directamente con la protección de la naturaleza. No obstante, otros objetivos con una clara dimensión social o económica plantean retos donde la restauración de ecosistemas tiene mucho que decir.
Algunos de estos objetivos son: la lucha contra la pobreza (ODS 1), poner fin al hambre (ODS 2), garantizar la vida sana y el bienestar de las personas (ODS 3), promover el crecimiento económico sostenible (ODS 8) o garantizar modelos de consumo y producción sostenibles (ODS 12).
Según el informe Povertry and Shared Prosperity de 2016 elaborado por el Banco Mundial, más de un 10% de la población del Planeta vive con menos de 2 dólares al día. De todas estas personas, más de 800 millones pasan hambre y un tercio son niños.
Evidentemente, esta situación no se debe sólo a una causa, pero si se sabe que la degradación de los ecosistemas, la desertificación y el cambio climático están detrás de estas cifras. En concreto, desde las Naciones Unidas advierten de que las pérdidas económicas derivadas de desastres naturales superan los 300.000 millones de dólares al año. Así mismo, más del 15% de los suelos fértiles del globo están degradados y son poco productivos, según datos de la FAO.
Por tanto, las medidas de restauración ecológica orientadas a aumentar la adaptación y mitigación del cambio climático y a la producción sostenible de alimentos, son clave para intentar revertir estos problemas de gran calado social. De hecho, así lo recogen explícitamente las metas 1.5 y 2.4 de la Agenda 2030.
Enfoques de restauración ecológica aplicados a los retos sociales que plantean los ODS
¿Cómo contribuye la restauración de ecosistemas a estas metas?. Pues ¡de múltiples maneras!. Por ejemplo, la restauración de barreras naturales costeras como los cordones de dunas o los manglares, reduce la incidencia de los eventos climáticos extremos tierra adentro. Los manglares actúan como amortiguador de tsunamis tal y como se observó en el desastre del Índico en el 2005. Además, son una fuente de recursos importante (alimento, turismo, etc.) para las economías locales.
La restauración ecológica de manglares implica varias acciones dependiendo del punto del que partamos. Debemos establecerlas con un buen diagnóstico de los procesos ecológicos que se hayan visto alterados. Sin embargo, es común que la degradación de los manglares esté precedida por una alteración de la dinámica de mareas de la costa. Esta varía a su vez el gradiente de salinidad. Las especies vegetales del manglar (los mangles) tienden a organizarse en base a estos gradientes. Por lo que asegurar estas condiciones de hábitat es el primer paso para que se regenere el ecosistema. Después, puede ser necesario llevar a cabo refuerzos de poblaciones (plantar mangles). Estos servirán de primera barrera para atrapar sedimentos, semillas e ir generando un frente de colonización estable. No obstante, nada de esto tendrá sentido y continuidad en el tiempo sin implicar debidamente a la población.
Así mismo, la Restauración Ecológica puede emplearse con una visión agroecológica. Aquí podemos plantear la restauración de suelos que estén degradados para transformarlos en cultivos sostenibles. Estos pueden proporcionar alimentos de alta calidad y ser compatibles con la biodiversidad. La adaptación de los cultivos al cambio climático pasará por asegurar la existencia de una infraestructura verde. Esta servirá de corredor para enemigos naturales que puedan funcionar como control biológico de plagas o de refugio para las especies locales.
De esta manera, restaurando estos ecosistemas estaríamos impulsando simultáneamente el ODS 1 y 2.