Las ciudades son espacios donde la naturaleza prácticamente ha desaparecido o está muy degradada. Esto hace que las especies que lleguen a las ciudades tengan pocas probabilidades de sobrevivir por falta de hábitat adecuado.
La presencia de corredores de biodiversidad es especialmente importante cuando queremos conservar el capital natural en las ciudades. Pero, además, estos corredores pueden tener otras funciones y ser compatibles con actividades de bajo impacto como el senderismo o el ciclismo, lo que revierte directamente sobre la calidad de vida de las personas.
Los corredores verdes urbanos también tienen un efecto sobre el clima local, reducen el efecto isla de calor, favorecen la infiltración de agua en el suelo y sirven como entorno para fomentar la educación ambiental.
¡Pero no olvidemos que la creación de corredores biológicos urbanos no compensa la fragmentación de hábitats naturales! Debemos trabajar en paralelo para mantener ecosistemas bien conservados.